Pilar Andrés: “Todo lo que se haga en el suelo tiene una repercusión poderosísima en la gestión del ambiente”
Pilar Andrés, investigadora del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), experta en ecología y biodiversidad del suelo, participó en el Primer Simposio de Viticultura Regenerativa, celebrado en Vilafranca del Penedès el pasado mes de junio. Aquí resumimos su ponencia titulada ‘Biodiversidad del suelo y sus servicios a la agricultura’.
Hay una historia previa que se inicia con Darwin y que culmina con Bachelier, que concluye que la gestión del suelo es fundamental porque los microorganismos que lo habitan manejan el carbono, la fertilidad y el efecto invernadero. No hay que olvidar que, en un metro cuadrado de suelo, a tres metros de profundidad, hay más carbono que en toda la columna superior hasta la atmósfera, y que en un gramo de suelo hay varios miles de especies invertebradas, un billón de células bacterianas y 200 metros de hifas fúngicas. Por lo tanto, todo lo que se haga en el suelo tiene una repercusión poderosísima en la gestión del ambiente. Y lo que es más importante, esta acumulación, generación y manejo no solo del carbono sino de la fertilidad del suelo y de otros gases de efecto invernadero, no es algo químico; corre a caro de los microorganismos que habitan en el suelo.
Frente al concepto clásico de adaptar el medio al cultivo, se impone el concepto integrado biológico de adaptar el cultivo al ambiente, es decir, explotar las interacciones bióticas entre las plantas y los microorganismos del suelo que satisfacen los requerimientos nutricionales de aquellas. La biodiversidad del suelo responde al contenido de carbono, al Ph, a la textura y a la estructura del suelo y se concentra en ‘hotspots’ en un 1% del total, dividida en agregados en donde se almacena el carbono, bioporos o los importantísimos canales de drenaje y la rizosfera que rodea las raíces.
En el proceso de fotosíntesis de las plantas y de los ciclos del carbono y del nitrógeno, los nutrientes que devuelven las plantas al suelo o producen los animales, no bastan por sí solos para conseguir la fertilidad del suelo, es necesaria la mineralización, que corre a cargo de agentes como hongos y bacterias que transforman los nutrientes del propio suelo. Es importante, al gestionar el suelo, contemplar la existencia de diversos grupos de agentes que cubran una misma función para evitar la extinción y así sobrellevar las situaciones de climatologías extremas.
En este contexto, es fundamental el biocontrol operativo del propio suelo, componentes microbianos que protejan a las plantas así como las bacterias promotoras del crecimiento vegetal, hormonas del crecimiento, desarrollo de la raíz y solubilización de nutrientes.
La diversidad del suelo en el manejo de viñas se muestra con tres ejemplos de agricultura comparada: de intensidad mínima, intensiva y regenerativa. La información que evalúa la calidad biológica del suelo es preciso monitorizarla con indicadores biológicos, cuyos datos son muchísimo más sensibles hacia la biodiversidad que los que proporciona la química, y de donde se concluye que hay una relación directa entre el secuestro de carbono y los grupos de microactividad del suelo, con resultados distintos para cada una de las tres viñas, siendo la de agricultura regenerativa la que presenta unos mayores y mejores índices de actividad.