Konrad Schreiber: "La sostenibilidad no es el crecimiento ni el decrecimiento, sino un ciclo que funciona eternamente, el ciclo de la vida"
Konrad Schreiber es uno de los principales referentes franceses de la agricultura del carbono. En el mes de diciembre, la asociación L'Era y las escuelas agrarias de Manresa y Amposta se aliaron para llevarlo en tres jornadas que generaron mucha expectación y tuvieron mucha asistencia. Las prácticas que difunde se basan en la observación detallada y minuciosa de la simbiosis de las plantas con el suelo y su microbiología, produciendo, consumiendo y reciclando sin pérdidas energéticas ni materiales, en un ciclo cerrado perfecto. Con su argumentario, este ingeniero casi cambia las bases principales en las que se basa la fertilización orgánica en la agricultura, poniendo en el centro de la ecuación la vida y la biodiversidad.
Texto: Charles-André Descombes, Josep Ramon Sainz de la Maza y Alba Gros.
¿Qué necesitamos para que la fertilidad del suelo funcione bien?
Lo que hace falta es una planta; la planta es la mejor herramienta. Y toda la biodiversidad que sirve para degradar las plantas en el ámbito del suelo. Es la planta que alimentará este ciclo animal y creará la fertilidad orgánico-mineral.
¿Esta planta es tan útil viva como muerta?
La planta es siempre útil: crece por ella misma, construye la tierra sobre la que prolifera y mientras está viva reinyecta azúcares dentro del suelo. Los seres que viven allí -las bacterias, los hongos- aprovechan todo este trabajo de la planta. Al fin, cuando la planta muere y deja sus restos, son degradados por los ritmos biológicos del suelo. Por lo tanto, la planta sirve continuamente al sistema que, de hecho, ella misma construye. Y es también ella quien al final de todo vuelve a sacar provecho del ciclo que ha instaurado.
¿Podemos decir que los nuevos métodos de no labrada y cubierta permanente del suelo que proponemos corresponden al descubrimiento reciente de la importancia del carbono?
Diría que las nuevas prácticas que sugiero de no trabajo del suelo, no son el resultado de descubrimientos recientes. Desde hace 7000 años, los indios de América nunca han estado trabajando el suelo. Por lo tanto, tenían un conocimiento del mundo vegetal diferente. Para cultivar plantas, hay que hacerlo sin trabajar la tierra para que crezcan ellas solas sobre un suelo que es una casa para la biodiversidad. Los amerindios lo habían entendido perfectamente y lo habían sabido gestionar. Nosotros aprovechamos esta antigua sabiduría con nuestros nuevos conocimientos sobre el carbono.
¿Por qué es tan importante este elemento?
El carbono es un elemento esencial en el ciclo de la materia viva. En la crisis del calentamiento climático percibimos el carbono como el responsable de todos los problemas cuando, de hecho, no es así. El carbono es la solución del problema, lo que pasa es que no se trata del carbono fósil, sino del carbono renovable de las plantas.
¿Cuál es el elemento que estás insertando últimamente en tu enfoque para la mejora de las producciones agrícolas y ganaderas?
La autonomía del sistema agrario. La planta crece sola, el agricultor no debería tener que recurrir al nitrógeno. Debería conseguir recuperarlo gratuitamente del aire. No debería desherbar, debería poder gestionar las plantas entre ellas para que haya un desherbaje de hecho, con asociaciones de cultivos, entre otras, que deben permitir suprimir tanto el trabajo del suelo, como la compra de nitrógeno, de fitosanitarios, etc. Cuando analizamos el ciclo del carbono, vemos que esto es totalmente posible salvo un elemento que exportamos continuamente como mineral hacia las ciudades, que no se recicla bien y que acaba en las depuradoras hasta el mar: el fósforo.
¿Qué pasa con el fósforo?
El fósforo es un factor limitante del crecimiento vegetal muy importante. El fósforo participa del ATP, que es la molécula para el transporte de la energía celular. Por lo tanto, en mi opinión, somos muy malos en el tema del fósforo. A partir de la visión de autonomía de la planta, se trata de señalar los errores de gestión del agua y del fósforo, que serán ciertamente los dos factores limitantes esenciales de la agricultura del futuro.
A partir de lo que dices, ¿podemos considerar que existe un desequilibrio entre el campo y la ciudad?
Es la ciudad quien hace la política agraria, la PAC. Ahora bien, no está nada sintonizada con los retos que tenemos que encarar. Está cautiva de unas viejas referencias de la agricultura industrializada de la Revolución Verde. Aunque nos cueste ver, deberíamos hacer piña alrededor de las plantas como solución esencial por todo un montón de problemas que se plantearán: falta de agua, los vegetales nos ayudarán; falta de alimentos, los vegetales nos ayudarán; falta de biodiversidad, los vegetales nos ayudarán; falta de calidad del agua y erosión, los vegetales nos ayudarán. Pero hemos olvidado la planta en nuestros debates.
¿Podemos hacer en España lo mismo que hizo en Francia a pesar de las diferencias climáticas y pluviométricas?
Yo diría que en cuanto a los principios, es exactamente lo mismo. Son los mismos razonamientos, la propia agricultura, los mismos ciclos, la misma biología, pero eso sí, España tendrá que hacer un esfuerzo aún mayor. Nos hará falta vegetalizar los suelos, pero con plantas que deberán ser capaces de sobrevivir en la sequía, como el arítjol o la hiedra no trepadora. Cuando miramos al borde de las carreteras, a los taludes y en las medillas... En todos estos lugares hay plantas, pero las consideramos malas hierbas. Hay plantas maravillosas porque resisten el sol, resisten la sequía, pueden cubrir la tierra como unas lianas...
A tu entender, ¿cuáles son las claves de la sostenibilidad de la agricultura europea?
La sostenibilidad, cuando la hemos buscado en la naturaleza, la hemos encontrado en los ciclos vegetales de las plantas, donde todo es consumido y todo es reciclado. Gracias este ciclo nos demos cuenta de que la sostenibilidad no es ni el crecimiento ni el decrecimiento, sino un ciclo que funciona eternamente, el ciclo de la vida. Debemos gestionar las tres grandes fases de este ciclo: la producción del vegetal, su utilización y su reciclaje. El reciclaje se hace con la biología del suelo, es lo que la naturaleza ha construido.
¿Se puede trasladar este planteamiento a nuestra civilización en general?
Sí, este ciclo del vegetal lo tenemos que saber imprimir a la sociedad. La sociedad debe entender que si quiere ser sostenible es necesario que entre en un mundo cíclico. Incluso sin recursos, siempre dispondrá de suficientes, que es lo que la naturaleza nos ha enseñado. ¿Falta energía? No es ningún problema, tendremos suficiente si sabemos reciclarla. Actualmente, con el planteamiento físico-químico, esto es imposible, mientras que la planta nos dice que sí es posible, simplemente remando en la buena dirección. Estamos demasiado en la física y la química, y no lo suficiente en la biología. Sólo introduciendo el planteamiento biológico sabes ver que los ciclos son infinitos, eternos. La biología es este ciclo infinito situado en un mundo finito, nuestro planeta.
¿Cuál es en tu opinión el talón de Aquiles de la agricultura europea?
El talón de Aquiles es la idea de tener que dejar de producir siguiendo la idea del decrecimiento. El vegetal nos dice exactamente lo contrario: para hacer mejor, tenemos que hacer más, pero con menos recursos para que lo reciclemos todo. El gran talón de Aquiles es que dependemos demasiado del comercio y de la energía. Como no hemos construido una autonomía agraria, lo pagaremos muy caro.
¿Cómo ves la agricultura en 2050?
Tendremos una agricultura bonita que será bio-lógica, la materia orgánica estará en todas partes. Hay unas oportunidades inmensas en la agricultura, que no son sencillas, ciertamente. Esta agricultura del 2050 la vemos dentro de este ciclo organobiológico donde todo irá hacia la biología; la vemos muy productiva para proporcionar alimentos pero también energía, biomateriales y también sin duda con química verde. Será necesario que nuestros teléfonos sean de madera o de fibras vegetales renovables. Aquí hay unas apuestas inmensas para el futuro que, de hecho, son posibles desde hoy.
¿Qué deberíamos saber y qué deberíamos saber transmitir para llegar a esta imagen que nos describes?
Es necesario que sepamos un montón de cosas de biología, especialmente sobre el ciclo del carbono y que sepamos transmitir las ganas de saber. En un mundo donde casi todo queda por descubrir, diría que asistiremos a una auténtica revolución en torno a la biología y la bioquímica molecular. Ahora bien, ¿cuáles son las ciencias que han nacido en el siglo XX y que podremos aplicar rutinariamente el siglo XXI? Hay dos. Primero la física cuántica, que es la ciencia de lo que es infinitamente pequeño. El otro elemento de la ciencia del siglo XXI es el descubrimiento de la cadena del ADN y la comprensión de cómo se construye este mecano de los aminoácidos, el mecano molecular. Nuevamente algo infinitamente pequeño. Todo el siglo XXI aplicará rutinariamente estas dos ciencias. Nos daremos cuenta de que podemos producir energía con el agua, que disponemos de energía gratuita en cantidad infinita, donde se podrá reciclar todo en este mecano a la vez biológico y molecular. Eso habrá que ponerlo en práctica: suelos vivos, conservación de los suelos, vegetalización, producción de biomasa... Y nosotros, agricultores, confiaremos en la biología, en la biodiversidad en general, para gestionar el sistema. Así funcionan las cosas hace millones de años y no hay razón de pensar que seamos más fuertes que la biología. Por lo tanto, debemos confiar en ella.